Asomados estamos

Este espacio se manifiesta como un laboratorio de reflexión, personal y profesional de mi cotidianidad, que les ofrezco para su entretenimiento.

Espero lo disfruten

18.11.06

Mirar a la vuelta


El semáforo en rojo, levantas la vista y observas en una importante avenida un edificio mil veces visto, pero pocas veces admirado, tienes sólo un minuto de contemplación, percibes algo en él que te da la sensación de haberlo reconocido en otro lugar, la luz cambia a verde y el instante de seducción se esfuma, mimetizándose con la abrumadora cotidianidad de caos y smog.

Muchas son las obras arquitectónicas de la ciudad, construidas en los primeros años de nuestra modernidad, que albergan fachadas ciegas, decoradas con diminutas piezas de mosaico de diversos colores que, por repetición, abarcan grandes superficies verticales, formando para la contemplación, un mural.

Los murales relatan una historia y un tiempo específico en la conformación de la ciudadanía, cuando el crecimiento humano, pedía la construcción de edificaciones destinadas a vivienda, las mismas se realizaban en las urbanizaciones con mayor potencial de desarrollo, como lo fueron en su momento: Altamira, Bello Monte, Los Palos Grandes, Plaza Venezuela, Chacaito, Chacao, Las Mercedes, Los Chaguaramos, Av. Panteón, La Candelaria, San Bernardino entre otras, algunos de los edificios allí presentes buscaban poseer ese atributo que las identificara como únicas y las diferenciara de las demás, en donde sus habitantes, fundamentalmente inmigrantes, encontraran su lugar.

En Venezuela, en contraste con otros países en los que también el arte mural se desarrolló como México o Argentina, la condición de realismo social no está vinculada a la protesta en el sentido revolucionario, como es el caso mexicano, o al religioso como en Argentina, sino a una representación de diferentes situaciones sociales, tipos y clases del individuo. Los personajes de los murales caraqueños presentan notables características fenotípicas del indio, del negro y del blanco, en nuestro caso no se hace referencia a las diferentes clases sociales de campesinos y burgueses, más bien parecen exponerse para recordarnos siempre la pluralidad y diversidad que conforma nuestra sociedad mestiza. En el aspecto formal, las representaciones humanas están acompañadas de elementos gráficos de múltiples colores con figuras geométricas, líneas y ángulos, que se vinculan y transitan en la obra, con la presumida intención de generar pausas en el recorrido visual, así como acompañar a los personajes, que en su eterna ubicación elevada, nos observan silentes en nuestro día a día.

Lo importante es que están aquí, hace tiempo que están y nos acompañarán cuando más cercanos los reconozcamos. Estos murales, que en muchas ocasiones dejamos de observar abrumados por la cotidianidad, son parte de los innumerables textos urbanos que conforman nuestra ciudad, textos que inevitablemente se van mimetizando unos contra otros, perdiendo momentáneamente su identidad para formar parte de este todo, que llamamos Caracas.

Los murales se develan como duendes solamente a la mirada curiosa y atenta de los ojos que se alzan para observar el cielo. Te invito a tomarte un tiempo y dejarte seducir en la búsqueda de reconocer esos lugares donde siempre han morado, lugares cotidianos donde eventualmente existe alguien que abra los ojos, mire hacia arriba y disfrute las cosas buenas que tiene la vida, nuestra ciudad y sus murales.

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