Él caminaba por la calle como si nada, parecía que su mente se había borrado, no recordaba lo ocurrido la noche anterior, yo un poco turbada caminaba justo un paso tras él.
Me encontraba confundida sin saber realmente porqué había ocurrido, no era la primera vez que algo similar nos sucedía, sin embargo una señal dentro de mí me decía que las cosas habían pasado el límite, entre una discusión acalorada y una euforia de dos, comprendí que no existiría vuelta atrás. Ya nos habíamos lastimado mucho.
Esa noche cuando el alcohol estaba en niveles demasiado altos dentro de nuestros cuerpos, los mesoneros con rostros trasnochados y realmente agotados por un viernes de quincena, nos sacaron casi a patadas. Iban a cerrar.
La noche había sido mágica. Un rencuentro premeditadamente esperado, deseado y anhelado, durante dos largos años de separación, separación no solo física sino más bien llevada por una consciencia de futuro, ausencia de planes y escasez de sueños, una separación con el dolor de aún sentir amor.
En algún momento antes de partir a dormir, cuando a la noche ya se le agotaba la oscuridad, él decidió que quería continuar la fiesta en otro bar, yo cansada y con la poca consciencia que aún conservaba traté de hacerle entender que seguir bebiendo no era la opción más prudente.
Él continuaba en medio de su impertinencia insistiendo en entrar al local, donde habíamos dejado a un náufrago de la noche que necesitaba un aventón, trate de convencerlo que a mi parecer la noche ya había sido bastante buena, que nos habíamos divertido mucho, finalmente le sugerí que si era de su preferencia se quedará y yo partiría nuevamente sola mi casa, no logré mi propósito.
Él esperaba que le dejara dinero para continuar destruyendo su hígado, a lo que me negué rotundamente, insistió tantas veces que comencé a recordar, como película de terror, las muchas escenas de antiguas discusiones en similares situaciones, los sentimientos de viejas frustraciones comenzaron a removerse dentro de mí, envenenándome paulatinamente, mis emociones se confundían y comprendí que la real razón de nuestra separación era más grande de lo que mi corazón solitario recordaba, él me lastimaba constantemente.
Él volvió su rostro hacia mí y me dijo fríamente: ¿Es que no recuerdas las tantas veces que yo te di dinero por tus servicios? ¿Por una noche o más bien un rato de placer? ¡DAME DINERO NECESITO BEBER AHORA!. -Me gritò.
En ese instante lo mire fijamente y le volteé la cara de una cachetada.
Él caminaba por la calle como si nada hubiese pasado, parecía que de su mente se había borrado todo, no recordaba lo ocurrido la noche anterior, yo del mismo modo, un poco más turbada caminaba justo un paso tras él, en dirección contraria.
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