Asomados estamos

Este espacio se manifiesta como un laboratorio de reflexión, personal y profesional de mi cotidianidad, que les ofrezco para su entretenimiento.

Espero lo disfruten

18.11.06

Pañito de mocos

Cuando alguien no nos pertenece es necesario resguardarse de uno mismo. Más aún si se sospecha que los vacíos pueden empezar a llenarse de falsas ilusiones. La sensación de placer hoy ha mutado, y siente que los deliciosos escalofríos de las caricias, son amargos recuerdos de la latente soledad. ¿Tú crees que me llegues a amar? No lo sé, deja que el tiempo lo decida, por los momentos no me preocupa. Eres insensible. Para nada, sólo disfruto del aquí y el ahora, contesta ella. Las preguntas brotan de la boca como esperando la más dulce de las respuestas, sin embargo debajo y a la izquierda existe un corazón ocupado, recientemente lastimado, pero ocupado. Se niega a aprender a vivir solo; lo malo es que con su necesidad de compañía puede mal acostumbrar a un alma solitaria. Yo sigo sintiendo que tú tienes el freno de mano puesto. ¿Por qué te parece eso? Te rehúsas a decirme lo que sientes, acota él.
La vacuidad de los comentarios se convierte en la excusa perfecta para no abrir la caja de Pandora de un corazón que luchó durante mucho tiempo para reconocerse libre y que aprendió luego a vivir en soledad. Resulta peligroso que entre dos que comienzan a acompañarse, el más preocupado por el sentimiento futuro sea quien no ha tenido tiempo de vaciar su corazón, y busca afanosamente llenar los espacios abandonados. Lo más difícil será fijar los límites en los que cada uno se involucre o se perjudique. La necesidad de espacio es muy importante. No abandonar la libertad puede ser la razón perfecta, para escudarse ante la apabullante embestida de solicitudes de entrega. ¿Piensas en ella? Sí. ¿Y por qué no la llamas? Porque nos haríamos más daño. No te parece que renunciar, es no darles la oportunidad de volver a intentar.
Las relaciones suelen ser complejas y únicas. Evadir los sentimientos, alejarnos de lo que queremos, excusados en que es una relación que tiene problemas de fondo, no es una solución. La respuesta no la posee nadie, es un asunto de dos, que debe resolverse entre dos. Los terceros sobran. En los momentos de ausencia, abandono o renuncia, se padece de una dolencia física; el estómago parece achicarse y el corazón presenta arritmia; los recuerdos agobian nublando el entendimiento; cancelando los “puede ser” y obligándose a un “no va a ser”. Deja que mi camino siga solo, no deseo que yo te sienta compañía y tú me sientas consuelo, piensa ella. Llevar un luto con la cabeza en alto, superarlo luego de un merecido y largo duelo de amor, es una necesidad para comenzar nuevas historias. Salió de la casa, dejándole acompañado de sus recuerdos, sus vacíos, de una casa repleta de objetos que no le pertenecían y de una breve, pero concisa carta de despedida.

Mis hombros estarán para apoyarte y mis oídos para escucharte, pero mi corazón y mi cuerpo no están aptos para sufrir decepciones de amor. No soy roca, fría y seca, soy un alma sola, pero viva, que siente, deseosa de calidad de compañía, en la búsqueda de eso que no sabe si existe, pero que ha deseado. Algo cambio después de esa conversación, el confesarte pensante y extrañando, nubló la primavera de mi corazón y apresuro un otoño cargado de melancolía. Siento como se me rasga el pecho. Falsamente ilusionada, sí, pero creo estar en el momento de comprar curitas en la bodega y no de ir con un infarto al servicio de emergencia. Toma tu tiempo y dame el mío. Gracias por esos momentos de compañía y placenteras sesiones de piel. Muchos besos. M.

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