Frente a la cámara es fácil sentirse incomodado, sobre todo cuando detrás del lente hay algo que espera revelar. Pasa que nuestras propias imágenes distraídas no nos gusten tanto como aquellas para las cuales nos acicalamos, mostramos nuestro “lado bueno” y sonreímos.
Dentro de la familia la “sonrisa natural” para la fotografía de grupo, de ese día especial, de cada mes sin ningún motivo, debe ser tan duradera como la cantidad de fotógrafos, lo que es igual al número de participantes. No se perdona que alguna no salga esplendorosa, de haber algún mínimo defecto la toma será repetida hasta que cada cámara se lleve la correcta imagen familiar de “la ocasión”.
Años de practica son necesarios y la iniciación inevitablemente temprana. El proceso entonces practicado hasta ahora y que ha llevado a resultados favorables para esa pose con sonrisa natural es el siguiente: escoger el lado derecho, para mostrar el rostro del lado izquierdo, despejar el cabello de la cara pero dejarlo caer “naturalmente”, elevar ligeramente las cejas y agrandar (aunque no tanto) los ojos, luego la parte mas difícil, Sonreír: procurar que lo elevado de los pómulos no nos hagan lucir con aspecto achinado, mostrar levemente los dientes superiores (levemente para que se note el buen trabajo del ortodoncista, pero que no parezca una cuña de colgate), evitar que se sienta un temblor, pero que sea radiante, que no se evidencien las patas de gallo, ni la comisura de los labios y que tampoco incomode ya que habrá que mantenerla por largos minutos.
El problema ha sido cuando en “la ocasión” el momento de la toma se demora mucho mas de lo “correcto” ya que un defecto familiar genético es capaz de revelar el estado de ebriedad familiar de “la ocasión”: igual cantidad de ojos izquierdos gachos al número de participantes congéneres de la toma.
Noviembre 2008
Ficciones y no tan ficciones de esta experiencia vital, del descubrimiento de la forma, el arte y del lenguaje.
Asomados estamos
Este espacio se manifiesta como un laboratorio de reflexión, personal y profesional de mi cotidianidad, que les ofrezco para su entretenimiento.
Espero lo disfruten
Espero lo disfruten
26.7.09
Cartas de amor y odio
Sin Ti
Escucho una y otra vez las melodías de tu disco. El que está en el reproductor desde el viaje a la playa. Ese mismo que parece acompañar el sentimiento indefinido que llevo profundamente a todas partes.
Espero una llamada, una señal que me diga que estas allí, pensándome. Pero eso no sucede. Sé que no es por mí tu distancia, es más porque no te encuentras ni a ti mismo, no logro explicarme si evades mi presencia o tu propia ausencia.
Me reprocho haber escuchado tus palabras más que a mi propia voz. Me evoco a mí misma diciéndote que necesitabas vaciar un poco el corazón, que en el amor, los lutos merecen un largo duelo antes comenzar nuevas historias. Me recuerdo a mí misma negándome a aceptarte, y tú insistiendo en que lo hiciera. Dijiste que estaba superado. Y no lo estaba.
Quisiera volver a sentirme como hace semanas, antes de que ella regresara a perturbarte. Cuando todo era alegría y mi corazón latía fuertemente ante cada encuentro. ¿Recuerdas esos días? Yo cierro los ojos y vuelven como una frágil humareda a mi memoria. Me acicalo cuidadosamente antes de nuestro encuentro y cuido cada detalle de mi cuerpo para parecerte preciosa. Estoy inquieta. Has llegado como siempre a la hora. Parece que me escucho reír a grandes carcajadas, el tiempo transcurre sin que me percate de su paso. Nadie existe más que nosotros. Siento cómo mis pies andan sin que yo guíe su camino y permanezco montada en un globo de aire cálido que tú elevas con tu aliento. Pero dejaste de exhalar y empecé a caer. El aire se enfrío rápidamente, y lo peor y más temido, me dejaste de pensar. Fue mentira que dirías todo. Tuve que extraerte a cucharadas esa temida confesión. Ya lo intuía, algo en mí lo sabía. La escasez de tus caricias me reveló que este templo era solo de paso, que tu querencia era ese otro cuerpo que habías poseído con ansiada pasión.
Ahora empiezo nuevamente la tarea de llenar mi vacía agenda. A colmarla de vanas exhibiciones sociales, vinos e inauguraciones, fiestas, de amigos por instantes, de copas en el bar, de ausencias. Tu ausencia. Viene entonces esta temida soledad con apellido, una soledad que lleva nombre. Tu nombre. Una soledad que te piensa. Prefiero, sí, la otra, la soledad sola, la ignorante, la sin dueño, la soledad de antes. La que no te conocía. Aquella para la que no existían tus recuerdos. La que era mía solamente.
A ratos siento que no hubo tiempo para que me ilusionara, pero me pasó. Por más que trato de olvidar esas semanas de redescubrimientos, de permisos dados a mí por mí, no lo logro.
Espero todavía cada día esa llamada de buenas noches, los lindos mensajes de felices días, las insistentes comunicaciones a media mañana, y el ponernos de acuerdo en las tardes. Extraño el cine en tu compañía, las controversias de arte en las galerías, las amenas conversaciones, las comidas en conjunto, las eternas películas comentadas en DVD, la cena lista al llegar a casa. Extraño dormir unidos. En fin, extraño la compañía. De ti.
Hoy solo quiero dormir, porque ese es el único instante en que no te pienso. Despertarme y sentir que tus caricias me recorren sigilosamente, que tus brazos son mi almohada y tu cuerpo mi cobija, sentir que tu ausencia es solo un terrible sueño.
Marzo 2005
Escucho una y otra vez las melodías de tu disco. El que está en el reproductor desde el viaje a la playa. Ese mismo que parece acompañar el sentimiento indefinido que llevo profundamente a todas partes.
Espero una llamada, una señal que me diga que estas allí, pensándome. Pero eso no sucede. Sé que no es por mí tu distancia, es más porque no te encuentras ni a ti mismo, no logro explicarme si evades mi presencia o tu propia ausencia.
Me reprocho haber escuchado tus palabras más que a mi propia voz. Me evoco a mí misma diciéndote que necesitabas vaciar un poco el corazón, que en el amor, los lutos merecen un largo duelo antes comenzar nuevas historias. Me recuerdo a mí misma negándome a aceptarte, y tú insistiendo en que lo hiciera. Dijiste que estaba superado. Y no lo estaba.
Quisiera volver a sentirme como hace semanas, antes de que ella regresara a perturbarte. Cuando todo era alegría y mi corazón latía fuertemente ante cada encuentro. ¿Recuerdas esos días? Yo cierro los ojos y vuelven como una frágil humareda a mi memoria. Me acicalo cuidadosamente antes de nuestro encuentro y cuido cada detalle de mi cuerpo para parecerte preciosa. Estoy inquieta. Has llegado como siempre a la hora. Parece que me escucho reír a grandes carcajadas, el tiempo transcurre sin que me percate de su paso. Nadie existe más que nosotros. Siento cómo mis pies andan sin que yo guíe su camino y permanezco montada en un globo de aire cálido que tú elevas con tu aliento. Pero dejaste de exhalar y empecé a caer. El aire se enfrío rápidamente, y lo peor y más temido, me dejaste de pensar. Fue mentira que dirías todo. Tuve que extraerte a cucharadas esa temida confesión. Ya lo intuía, algo en mí lo sabía. La escasez de tus caricias me reveló que este templo era solo de paso, que tu querencia era ese otro cuerpo que habías poseído con ansiada pasión.
Ahora empiezo nuevamente la tarea de llenar mi vacía agenda. A colmarla de vanas exhibiciones sociales, vinos e inauguraciones, fiestas, de amigos por instantes, de copas en el bar, de ausencias. Tu ausencia. Viene entonces esta temida soledad con apellido, una soledad que lleva nombre. Tu nombre. Una soledad que te piensa. Prefiero, sí, la otra, la soledad sola, la ignorante, la sin dueño, la soledad de antes. La que no te conocía. Aquella para la que no existían tus recuerdos. La que era mía solamente.
A ratos siento que no hubo tiempo para que me ilusionara, pero me pasó. Por más que trato de olvidar esas semanas de redescubrimientos, de permisos dados a mí por mí, no lo logro.
Espero todavía cada día esa llamada de buenas noches, los lindos mensajes de felices días, las insistentes comunicaciones a media mañana, y el ponernos de acuerdo en las tardes. Extraño el cine en tu compañía, las controversias de arte en las galerías, las amenas conversaciones, las comidas en conjunto, las eternas películas comentadas en DVD, la cena lista al llegar a casa. Extraño dormir unidos. En fin, extraño la compañía. De ti.
Hoy solo quiero dormir, porque ese es el único instante en que no te pienso. Despertarme y sentir que tus caricias me recorren sigilosamente, que tus brazos son mi almohada y tu cuerpo mi cobija, sentir que tu ausencia es solo un terrible sueño.
Marzo 2005
Cartas de amor y odio
Ensayo del silencio
Mutismo: El sujeto a. se angustia de que el objeto b. responda parsimoniosamente, o no responda a las palabras (discursos o cartas) que le dirige.
Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos. Séneca
La palabra, por más contradictoria que sea, preserva el contacto: el silencio lo aísla. Thomas Mann
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio. Friedrich Nietzsche
En las ausencias largas, mucho más peligra la constancia del hombre que la de la mujer. Severo Catalina
Una mujer está perdida si tiene miedo de su rival. Madame du Barry
El amor que razona es un niño que no puede vivir, porque es demasiado inteligente. A. Berthet
Febrero 2005
Mutismo: El sujeto a. se angustia de que el objeto b. responda parsimoniosamente, o no responda a las palabras (discursos o cartas) que le dirige.
Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. En suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos. Séneca
La palabra, por más contradictoria que sea, preserva el contacto: el silencio lo aísla. Thomas Mann
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio. Friedrich Nietzsche
En las ausencias largas, mucho más peligra la constancia del hombre que la de la mujer. Severo Catalina
Una mujer está perdida si tiene miedo de su rival. Madame du Barry
El amor que razona es un niño que no puede vivir, porque es demasiado inteligente. A. Berthet
Febrero 2005
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En compañía de Soledad - Poesía
Cartas de amor y odio
El Amor con Barthes
Capítulo V
Existe un gurú del sentimiento; Roland Barthes escribió: “Fragmentos de un Discurso Amoroso”, un texto que pretende conceptualizar los diferentes episodios de una relación entre Weither y … (no me acuerdo el nombre de ella), a través de una breve enunciación y una posterior narración, en la que los sujetos describen mediante diálogos -incluye en los diálogos a algunos de los más famosos pensadores- su paso o su vivencia de una determinada situación. Es un libro realmente fantástico, donde uno puede encontrar respuestas, o más bien preguntas, acerca de las relaciones interpersonales, no necesariamente amorosas, pero relaciones siempre.
Ausencia: todo episodio de lenguaje que pone en escena la ausencia del sujeto amoroso –sean cuales fueren la causa y la duración- y tiende a transformar esta ausencia en prueba de abandono.
Puedo asumir que ya estas curado, me alegra pensar que tu ausencia es debida a que aprendes a llenar tus vacíos o a vivir con ellos.
De cualquier manera ya sabes que mis hombros y mis oídos te acompañaran cuando los necesites.
Besos
Pd: te envío un intento de ensayo que escribí acerca de mi tema favorito Caracas.
Capìtulo VIII
Para continuar con Barthes, un capítulo entero que espero te acompañe hasta nuestro próximo encuentro, como espero que se quede en mí, el placer de tus caricias.
Besos
Ternura: Goce, pero también evaluación inquietante de los gestos tiernos del objeto amado, en la medida en que el sujeto comprende que carece de su privilegio.
1.
Musil
Zen
2. Si recibo el gesto tierno en el campo de la demanda, estoy colmado: ¿no es ese gesto como una síntesis milagrosa de la presencia? Pero si lo recibo ( y esto puede ser simultáneo) en el campo del deseo, estoy inquieto: la ternura de derecho, no es exclusiva; me es preciso pues que lo que recibo también otros lo reciben (a veces se me ofrece su mismo espectáculo). Donde tú eres tierno dices tu plural.
(“L… veía con asombro a A… hacerle a la camarera de ese retaurante bávaro, al pedirle su schinitzel, los mismos ojos tiernos, la misma mirada angélica que tanto lo conmovían cuando esos gestos le estaban dirigidos.”)
Musil: “El cuerpo de su hermano se estrechaba tan tiernamente, con tanta bondad contra ella, que ella se sentía reposar en él como él en ella; nada en ella se agita ya, nisiquiera su bello deseo” (L’homme sans qualités, II, 772).
Zen: vritti, para el Budista, es el curso de las olas, el proceso cíclico. Vritti es doloroso; solo puede ponerle fin el nirvana
Capítulo X
A petición del público, envío la secuela del cuento de Carver ¿por qué no Bailáis?. Creo que deberías leerlo, a fin de entender el ejercicio.
A Carlos le gustó mucho el título, me dijo que parecía de una novela.
Advertencia: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Se reserva el derecho de autor.
Las fronteras entre la ficción y la realidad son límites imprecisos. La máquina de escritura como liberación del flujo esquizofrénico.
Muchos besos
Véase Pañito de mocos
Capítulo XVI
Ensayo en MUTTE
Un conjunto de palabras escritas, suelen ser más eficaces que unos torpes balbuceos, por esto, y para no dejar de intelectualizar, cosa que me es difícil hacer; mis palabras, mis gestos, mis verdades direccionadas, hoy.
Mutismo: El sujeto a. se angustia de que el objeto b. responda parsimoniosamente, o no responda a las palabras (discursos o cartas) que le dirige.
Es menos doloroso conocer, que vivir en la incertidumbre de una ignorancia obligada, no puedo saber nada que no me hayas dicho. Según Nietzsche la palabra más soez y la carta más grosera son mejores, puesto que son más educadas que el silencio. Háblame, ya que es la única manera que te conozca, que sepa que quieres, que aprenda de ti.
El silencio ahoga, la indiferencia tortura, y la ausencia desgarra.
Hoy no tengo clases, la pospusieron para mañana, quiero y necesito verte.
Besos
Capítulo XXVII
Una vez más escudo mi ignorancia amorosa, en un texto que pretende explicarme lo sucedido.
Alteración: producción breve, en el campo amoroso, de una contraimagen del objeto amado. Al capricho de incidentes ínfimos o de rasgos tenues, el sujeto ve alterarse e invertirse repentinamente la buena imagen.
Sin embargo, si debo decidir, te prefiero: Amigo, que ausente.
Llama cuando te permitas conversar, sabes que estaré para escucharte.
Muchos besos
Capítulo XXVII
Tus disculpas... las mías
Monstruoso: el sujeto se da cuenta bruscamente que constriñe al objeto amado en una red de tiranías: de piadoso se siente devenir monstruoso.
(El otro es desfigurado por su mutismo, como en esos sueños horrorosos en que una persona amada se nos aparece con la parte inferior del rostro íntegramente borrada, privada de su boca; y yo, que hablo, también estoy desfigurado: el soliloquio hace de mi un monstruo, una enorme lengua.)
Lamento que mi nick te molestará, nadie pregunto por él, nadie más que tú se sintió ofendido por mis palabras. Palabras que solo buscaban (como lo han hecho siempre) revelar un poco de mi interioridad y estado de animo a los otros. Disculpa si te ofendió. También reconozco que mi verbo hiere y que cuando estoy molesta suelo decir muy crudas verdades, sin medir lo que mis palabras pueden dañar al otro.
El sentimiento de incomodidad, al parecer fue mutuo, probablemente llevado por forzar un poco las cosas, por querer mantener la liga cada uno de su lado y por supuesto porque alguien tiene que ceder (y ninguno de los dos quiere hacerlo).
Yo me sentí un poco presionada con tus molestias constantes; me refiero a la intolerancia y el mal humor por que no me quedaba en tu casa entre semana, a que te molestaban mis mejores intentos de mensajes de texto mañaneros. También un poco, por no ver de tu parte, un poco de dar hacia que nuestros encuentros sucedieran. A tener que entender actitudes, que no entiendo o no me parecen de entender.
Presumo que quede herida de la semana pasada y buscaba excusas para molestarme. Digo presumo, porque realmente fue un acto inconsciente, del que me percate luego de una reflexión. En la que aparecieron molestias, por esa actitud escapista que se “soluciono” con una visita de mi parte y una buscada forzada. De seguro necesitaba hablarlo y eso no sucedió.
Quiero que sepas que me divertí mucho, me reí mucho, que pase momentos muy buenos, y que sobre todo te agradezco que me ayudaras a darme cuenta que abrir el corazón aunque duela, no mata. Que me diste la oportunidad de atreverme a querer, de buscar la llave que había botado intencionalmente hace tiempo. Devolviste ilusión, y aunque suene incongruente con nuestro escepticismo, a tener fe en que si puede ser, en que a lo mejor si existe y yo no me he dado tiempo y oportunidad de buscarlo.
Deseo realmente que el aprendizaje haya sido mutuo, y que te permitas conversar sobre cualquier otra cosa. Que la agradable tertulia no se detenga. De seguro somos mejores amigos, que “noviecitos”.
Muchos Besos
Te quiero
Compilación mayo 2005
Capítulo V
Existe un gurú del sentimiento; Roland Barthes escribió: “Fragmentos de un Discurso Amoroso”, un texto que pretende conceptualizar los diferentes episodios de una relación entre Weither y … (no me acuerdo el nombre de ella), a través de una breve enunciación y una posterior narración, en la que los sujetos describen mediante diálogos -incluye en los diálogos a algunos de los más famosos pensadores- su paso o su vivencia de una determinada situación. Es un libro realmente fantástico, donde uno puede encontrar respuestas, o más bien preguntas, acerca de las relaciones interpersonales, no necesariamente amorosas, pero relaciones siempre.
Ausencia: todo episodio de lenguaje que pone en escena la ausencia del sujeto amoroso –sean cuales fueren la causa y la duración- y tiende a transformar esta ausencia en prueba de abandono.
Puedo asumir que ya estas curado, me alegra pensar que tu ausencia es debida a que aprendes a llenar tus vacíos o a vivir con ellos.
De cualquier manera ya sabes que mis hombros y mis oídos te acompañaran cuando los necesites.
Besos
Pd: te envío un intento de ensayo que escribí acerca de mi tema favorito Caracas.
Capìtulo VIII
Para continuar con Barthes, un capítulo entero que espero te acompañe hasta nuestro próximo encuentro, como espero que se quede en mí, el placer de tus caricias.
Besos
Ternura: Goce, pero también evaluación inquietante de los gestos tiernos del objeto amado, en la medida en que el sujeto comprende que carece de su privilegio.
1.
Musil
Zen
2. Si recibo el gesto tierno en el campo de la demanda, estoy colmado: ¿no es ese gesto como una síntesis milagrosa de la presencia? Pero si lo recibo ( y esto puede ser simultáneo) en el campo del deseo, estoy inquieto: la ternura de derecho, no es exclusiva; me es preciso pues que lo que recibo también otros lo reciben (a veces se me ofrece su mismo espectáculo). Donde tú eres tierno dices tu plural.
(“L… veía con asombro a A… hacerle a la camarera de ese retaurante bávaro, al pedirle su schinitzel, los mismos ojos tiernos, la misma mirada angélica que tanto lo conmovían cuando esos gestos le estaban dirigidos.”)
Musil: “El cuerpo de su hermano se estrechaba tan tiernamente, con tanta bondad contra ella, que ella se sentía reposar en él como él en ella; nada en ella se agita ya, nisiquiera su bello deseo” (L’homme sans qualités, II, 772).
Zen: vritti, para el Budista, es el curso de las olas, el proceso cíclico. Vritti es doloroso; solo puede ponerle fin el nirvana
Capítulo X
A petición del público, envío la secuela del cuento de Carver ¿por qué no Bailáis?. Creo que deberías leerlo, a fin de entender el ejercicio.
A Carlos le gustó mucho el título, me dijo que parecía de una novela.
Advertencia: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Se reserva el derecho de autor.
Las fronteras entre la ficción y la realidad son límites imprecisos. La máquina de escritura como liberación del flujo esquizofrénico.
Muchos besos
Véase Pañito de mocos
Capítulo XVI
Ensayo en MUTTE
Un conjunto de palabras escritas, suelen ser más eficaces que unos torpes balbuceos, por esto, y para no dejar de intelectualizar, cosa que me es difícil hacer; mis palabras, mis gestos, mis verdades direccionadas, hoy.
Mutismo: El sujeto a. se angustia de que el objeto b. responda parsimoniosamente, o no responda a las palabras (discursos o cartas) que le dirige.
Es menos doloroso conocer, que vivir en la incertidumbre de una ignorancia obligada, no puedo saber nada que no me hayas dicho. Según Nietzsche la palabra más soez y la carta más grosera son mejores, puesto que son más educadas que el silencio. Háblame, ya que es la única manera que te conozca, que sepa que quieres, que aprenda de ti.
El silencio ahoga, la indiferencia tortura, y la ausencia desgarra.
Hoy no tengo clases, la pospusieron para mañana, quiero y necesito verte.
Besos
Capítulo XXVII
Una vez más escudo mi ignorancia amorosa, en un texto que pretende explicarme lo sucedido.
Alteración: producción breve, en el campo amoroso, de una contraimagen del objeto amado. Al capricho de incidentes ínfimos o de rasgos tenues, el sujeto ve alterarse e invertirse repentinamente la buena imagen.
Sin embargo, si debo decidir, te prefiero: Amigo, que ausente.
Llama cuando te permitas conversar, sabes que estaré para escucharte.
Muchos besos
Capítulo XXVII
Tus disculpas... las mías
Monstruoso: el sujeto se da cuenta bruscamente que constriñe al objeto amado en una red de tiranías: de piadoso se siente devenir monstruoso.
(El otro es desfigurado por su mutismo, como en esos sueños horrorosos en que una persona amada se nos aparece con la parte inferior del rostro íntegramente borrada, privada de su boca; y yo, que hablo, también estoy desfigurado: el soliloquio hace de mi un monstruo, una enorme lengua.)
Lamento que mi nick te molestará, nadie pregunto por él, nadie más que tú se sintió ofendido por mis palabras. Palabras que solo buscaban (como lo han hecho siempre) revelar un poco de mi interioridad y estado de animo a los otros. Disculpa si te ofendió. También reconozco que mi verbo hiere y que cuando estoy molesta suelo decir muy crudas verdades, sin medir lo que mis palabras pueden dañar al otro.
El sentimiento de incomodidad, al parecer fue mutuo, probablemente llevado por forzar un poco las cosas, por querer mantener la liga cada uno de su lado y por supuesto porque alguien tiene que ceder (y ninguno de los dos quiere hacerlo).
Yo me sentí un poco presionada con tus molestias constantes; me refiero a la intolerancia y el mal humor por que no me quedaba en tu casa entre semana, a que te molestaban mis mejores intentos de mensajes de texto mañaneros. También un poco, por no ver de tu parte, un poco de dar hacia que nuestros encuentros sucedieran. A tener que entender actitudes, que no entiendo o no me parecen de entender.
Presumo que quede herida de la semana pasada y buscaba excusas para molestarme. Digo presumo, porque realmente fue un acto inconsciente, del que me percate luego de una reflexión. En la que aparecieron molestias, por esa actitud escapista que se “soluciono” con una visita de mi parte y una buscada forzada. De seguro necesitaba hablarlo y eso no sucedió.
Quiero que sepas que me divertí mucho, me reí mucho, que pase momentos muy buenos, y que sobre todo te agradezco que me ayudaras a darme cuenta que abrir el corazón aunque duela, no mata. Que me diste la oportunidad de atreverme a querer, de buscar la llave que había botado intencionalmente hace tiempo. Devolviste ilusión, y aunque suene incongruente con nuestro escepticismo, a tener fe en que si puede ser, en que a lo mejor si existe y yo no me he dado tiempo y oportunidad de buscarlo.
Deseo realmente que el aprendizaje haya sido mutuo, y que te permitas conversar sobre cualquier otra cosa. Que la agradable tertulia no se detenga. De seguro somos mejores amigos, que “noviecitos”.
Muchos Besos
Te quiero
Compilación mayo 2005
7.7.09
Severa
Perdonar y olvidar.
Siendo esta una premisa cristiana, debo entonces confesar que no puedo serlo. Tengo una imposibilidad de olvidar las cosas que me lastiman, las acciones que otros hacen sobre mí y que me han herido física, moral, emocional o psíquicamente. Solo tengo la falsa idea, que si lo recuerdo, no seré inocente, ingenua o tonta otra vez. Pero, soy inmensamente tonta y continuo dando confianza indeterminadas veces hasta que una especie de desdén hace desilusionarme y perder el respeto por el otro.
Hoy amanecí con ganas de escribirlas, de escribir esas cosas que me han herido a fin de poder sacarlas de mí, exorcizarlas, echarlas de mi cuerpo, de mi memoria para que dejen de perturbar –las que aún perturban- o con la intención de que una vez fuera ya no envenenen mi corazón, que estoy buscando de sanar, liberar, de reconstruir los pedazos dejados en el camino de las heridas a medio sanar.
Escasos son los que se escapan de esta lista. Tal vez, es que siendo yo tan severa, ninguno o muy pocos han actuado completamente “bien” conmigo. Ese “bien” según yo lo entiendo, desde mi ética y mi percepción personal de la vida.
Una de las cosas que no puedo olvidar es cuando organicé una despedida para una de mis “mejores amigas” y ella prefirió ir a una discoteca dejándome con la comida comprada y los invitados convocados –los cuales no asistieron ya que la ojomeniada del momento no iba a estar-. Otra situación fue cuando esta misma amiga, ya viviendo en el exterior cumplió años, ilusamente convoque a todos sus amigos, familiares regados por el mundo, a que a una misma hora nos encontráramos en un chat para desearle feliz cumpleaños, llegamos todos, unos más puntuales que otros, pero estábamos 10 personas esperando que la cumpleañera se conectara, nunca lo hizo, luego recibimos todos un mail que decía algo así: a quien se le va a ocurrir que voy a usar 10 min de mi día de cumpleaños para conectarme a internet?. Cabe destacar que en ambas ocasiones me sentí bastante tonta por proporcionar atención a quien realmente no la necesita, y mucho menos la aprecia. No volví a organizarle nada.
En una oportunidad había quedado con otros dos amigos de encontrarnos para asistir a un evento gremial. Uno de ellos, profesor de la universidad, tenía entrega de tesistas –cosa que nunca me dijo, porque suele invitar a cualquier arquitecto como jurado a sus entregas pero jamás me ha invitado a mí- el otro tenía ganas de “ir a ver las entregas de tesis” – este término se refiere a pasear por los diferentes pisos de la escuela a mirar las entregas de todas las unidades docentes-. Quedamos en ir primero a la universidad y luego irnos a la fiesta. Este par de amigos me dejaron esperando a las afueras de un peligroso centro comercial caraqueño durante 4 horas, diciéndome durante las primeras 3 horas, cada 15 minutos que ya estaban saliendo, la última hora ya estaban caminando hacia su vehículo, luego desistí de esperar y me fui a la fiesta. Al rato de estar en la reunión me sorprenden llegando, esperando celebrar conmigo -no sé realmente si uno puede celebrar un embarque- y me entero que efectivamente después de terminada la entrega, a la cual no me invitaron a participar, se fueron a dar una vuelta por las demás unidades para ver que tal. Lo que me resultó más increíble de todo, es que a ellos les parecía que no tenían que disculparse por nada, que mi rabia y mi molestia no tenía nada que ver con ellos. Solemos vernos a menudo, pero ya no soy yo quien invita, ni quien espera.
Hay algunos amigos muy queridos que viven lejos, son una familia que no suele venir junta a esta ciudad. Antes cuando vivían en Caracas era usual verles al menos una vez a la semana, los visitaba, les conversaba, comíamos, bebíamos, charlábamos etc. Suelo visitarlos en mis vacaciones cuando voy a la ciudad donde ellos viven, siempre les llamo, les escribo antes de ir, me da ilusión verles, ver como dos amigos formaron una linda familia. Sin embargo un día sufrí la desilusión de saber que vinieron todos –mamá, papá e hijo- y no me llamaron para avisar, por lo tanto no los vi. Sé que a veces es difícil en una ciudad como esta, cuadrar, encontrarse etc., pero creo que es posible hacerlo siempre, siempre y cuando exista la intención. Realmente no es una ilusión reciproca, la de vernos.
Una herida profunda que no se quitará con facilidad es no haber bautizado al hijo de mi hermana de corazón, porque tenemos hermanos que nos pone la familia y hermanos que nos escoge el destino. Por alguna razón que realmente no me importa y desconozco, su padre decidió que sus padrinos serían sus abuelos, porque según los padrinos son quienes velarían por el niño en caso de que falten los padres (sí esa es la razón de ser padrinos pero igual los abuelos van a estar ahí siempre) además de crear lazos entre las generaciones, de hacerse compadres, hermanos vinculados por el cuidado de la atención de un pequeño. Menos mal que unos años más tarde nació Aquiles, quien sí es mi ahijado –no es hijo de mi hermana de corazón, pero sí lo es de alguien que realmente me aprecia y quien verdaderamente me necesita- aunque no hayamos hecho la ceremonia, será por él, que vele en caso de que algo le faltase, será la piñata y el niño jesús que cuide con mayor esmero y organice con suprema alegría. Es de su pequeñita boca de quien oigo hasta derretirme un: Marrina!!! cada vez que lo veo.
La más reciente de las decepciones amistosas es por mezclar la familia y la amistad, o por extender las manos sobre el fuego por alguien que no vale la pena y que es capaz de pisotear su propia palabra y compromiso. La familia de mi madre tenía un apartamento vacio durante 7 años, una sucesión de donde vivía mi abuela, luego de mucho insistirle a mi mamá le alquilo -por un precio irrisorio y muy distante de cualquier costo de mercado- a un amigo mío de la universidad, a quien conocíamos para ese momento desde hace 7 años y quien me prometió que no iba a poner ningún tipo de problemas cuando se necesitara salir. Pasados 5 años y cuando nunca se les había aumentado el alquiler se les solicitó la desocupación, por ley le correspondían 2 años para salir, lo cual respetamos a fin de que esta persona sin techo y su pareja, ambos homosexuales, que no tenían donde vivir, encontraran un buen lugar donde mudarse. Cuál es mi sorpresa que vencido el plazo de espera este amigo se niega a salir, argumentando que él por estar alquilado allí tiene prioridad para la compra, a pesar de que había firmado una renuncia a la compra un año antes, pasaron 3 meses y seguía sin intenciones de salir, sin buscar y obviamente sin encontrar, porque: -no conseguía algo que pudiera pagar. Vale destacar que en esos dos años aumentaron mucho los alquileres y que lo que él podía pagar, en la actualidad, solo alcanzaba para una habitación. Es cuando decido, por primera vez en esos 7 años de alquiler, intervenir y solicitarle a mi “amigo” que salga del apartamento, me dí la tarea de comprar el periódico a diario, meterme yo a buscarle apartamento, perder yo mi tiempo ,en esa ardua labor, porque él no tenía tiempo de hacerlo por sí mismo, así pasaron 3 meses. Cuando ya la situación se hizo insostenible por los reclamos de las otras partes involucradas en la sucesión, mi madre decide presionar por medio de un abogado para agilizar la salida. La ultima vez que lo ví fue cuando tuve que ir a una reunión con el abogado de él, el abogado de mi familia, mi madre, mi hermana y él, a ver como esta persona no me hablaba, no me miraba, hacía caso omiso a mis reclamos de su palabra dada de que eso no iba a suceder, no hablaba solo lo hacía su abogado. Además al preguntarle porque me había eliminado de todas las redes sociales que compartíamos, me respondió que necesitaba alejarse, no sé quien le dio esa idea de que se alejara de quien le brindo protección y techo durante 7 años, tal vez fue su abogado, espero que su abogado sea ahora su amigo, porque personas sin palabra, sin ética y sin valores no las necesito como amigas. Finalmente salió, más sin embargo conservo la llave por un mes a fin de que se consumiera el depósito, dejó cuentas de 3 meses por pagar de condominio y la línea telefónica cortada, tal como nuestra amistad.
Una cosa recurrente por la cual he tenido diversas discusiones con amistades, es mi irrestricta negativa a hablar de la política nacional, con quienes por cualquier causa han decidido salir del país a probar suertes, construyendo patria en tierras lejanas. Es de mi opinión que si se ha tenido el “valor” de montarse en un avión y abandonar esto “que se lo llevó quien lo trajo”, esté país sin remedio, en búsqueda de futuros mejores, poco realmente le importa la merde que comemos quienes nos hemos quedado acá levantando de las cenizas lo que se ha quemado. Quienes realmente vivimos este país día a día con sus virtudes y sus errores somos quienes tenemos derecho a hablar, opinar o juzgar lo que acá suceda, a menos efectivamente que desde la lejanía cumplan con su derecho y deber del voto.
Tal vez sí, es que soy demasiado severa, o es que espero demasiado y me desilusiono con facilidad cuando lo que espero no es cumplido. Pero es que también era, antes, antes de que estas cosas recurrentes sucedieran, demasiado prestas a dar. Tan poco me importaban ciertas cosas, que podía pasar 2 horas dejando a mis amigos en sus hogares antes de llegar al mío luego de las salidas nocturnas, para darme cuenta de que ahora cuando muchos de ellos ya cuentan con vehículos para transportarse, no son capaces de venir por mí de voluntad propia, debo rogarles y dar explicaciones de cuando no deseo usar el carro, claro esto rara vez ocurre, ya que han sido muchas las ocasiones en las que a ellos les ha dado fastidio venir por mí y me he quedado en casa sin salir, para darme cuenta al día siguiente en alguna conversación: lo bien que la pasaron anoche en la fiesta.
Pero igual tengo buenos amigos, eso creo. Hoy al escribir esto espero que lleguen varios amigos que viven lejos, espero que se queden a mi cumpleaños, espero que lo recuerden, espero ver a esos niños que no son mis ahijados, espero que quieran verme tanto como yo quiero verles a ellos, espero que nos reunamos, espero que visiten mi casa, espero que me traigan recuerdos (como yo les llevo a ellos siempre) espero, espero tantas cosas que a la vez no quiero seguir esperando nada, porque el que espera corre el riesgo de no recibir nada de lo que espera. Espero no esperar nada, de quien nada tiene a bien darme.
Siendo esta una premisa cristiana, debo entonces confesar que no puedo serlo. Tengo una imposibilidad de olvidar las cosas que me lastiman, las acciones que otros hacen sobre mí y que me han herido física, moral, emocional o psíquicamente. Solo tengo la falsa idea, que si lo recuerdo, no seré inocente, ingenua o tonta otra vez. Pero, soy inmensamente tonta y continuo dando confianza indeterminadas veces hasta que una especie de desdén hace desilusionarme y perder el respeto por el otro.
Hoy amanecí con ganas de escribirlas, de escribir esas cosas que me han herido a fin de poder sacarlas de mí, exorcizarlas, echarlas de mi cuerpo, de mi memoria para que dejen de perturbar –las que aún perturban- o con la intención de que una vez fuera ya no envenenen mi corazón, que estoy buscando de sanar, liberar, de reconstruir los pedazos dejados en el camino de las heridas a medio sanar.
Escasos son los que se escapan de esta lista. Tal vez, es que siendo yo tan severa, ninguno o muy pocos han actuado completamente “bien” conmigo. Ese “bien” según yo lo entiendo, desde mi ética y mi percepción personal de la vida.
Una de las cosas que no puedo olvidar es cuando organicé una despedida para una de mis “mejores amigas” y ella prefirió ir a una discoteca dejándome con la comida comprada y los invitados convocados –los cuales no asistieron ya que la ojomeniada del momento no iba a estar-. Otra situación fue cuando esta misma amiga, ya viviendo en el exterior cumplió años, ilusamente convoque a todos sus amigos, familiares regados por el mundo, a que a una misma hora nos encontráramos en un chat para desearle feliz cumpleaños, llegamos todos, unos más puntuales que otros, pero estábamos 10 personas esperando que la cumpleañera se conectara, nunca lo hizo, luego recibimos todos un mail que decía algo así: a quien se le va a ocurrir que voy a usar 10 min de mi día de cumpleaños para conectarme a internet?. Cabe destacar que en ambas ocasiones me sentí bastante tonta por proporcionar atención a quien realmente no la necesita, y mucho menos la aprecia. No volví a organizarle nada.
En una oportunidad había quedado con otros dos amigos de encontrarnos para asistir a un evento gremial. Uno de ellos, profesor de la universidad, tenía entrega de tesistas –cosa que nunca me dijo, porque suele invitar a cualquier arquitecto como jurado a sus entregas pero jamás me ha invitado a mí- el otro tenía ganas de “ir a ver las entregas de tesis” – este término se refiere a pasear por los diferentes pisos de la escuela a mirar las entregas de todas las unidades docentes-. Quedamos en ir primero a la universidad y luego irnos a la fiesta. Este par de amigos me dejaron esperando a las afueras de un peligroso centro comercial caraqueño durante 4 horas, diciéndome durante las primeras 3 horas, cada 15 minutos que ya estaban saliendo, la última hora ya estaban caminando hacia su vehículo, luego desistí de esperar y me fui a la fiesta. Al rato de estar en la reunión me sorprenden llegando, esperando celebrar conmigo -no sé realmente si uno puede celebrar un embarque- y me entero que efectivamente después de terminada la entrega, a la cual no me invitaron a participar, se fueron a dar una vuelta por las demás unidades para ver que tal. Lo que me resultó más increíble de todo, es que a ellos les parecía que no tenían que disculparse por nada, que mi rabia y mi molestia no tenía nada que ver con ellos. Solemos vernos a menudo, pero ya no soy yo quien invita, ni quien espera.
Hay algunos amigos muy queridos que viven lejos, son una familia que no suele venir junta a esta ciudad. Antes cuando vivían en Caracas era usual verles al menos una vez a la semana, los visitaba, les conversaba, comíamos, bebíamos, charlábamos etc. Suelo visitarlos en mis vacaciones cuando voy a la ciudad donde ellos viven, siempre les llamo, les escribo antes de ir, me da ilusión verles, ver como dos amigos formaron una linda familia. Sin embargo un día sufrí la desilusión de saber que vinieron todos –mamá, papá e hijo- y no me llamaron para avisar, por lo tanto no los vi. Sé que a veces es difícil en una ciudad como esta, cuadrar, encontrarse etc., pero creo que es posible hacerlo siempre, siempre y cuando exista la intención. Realmente no es una ilusión reciproca, la de vernos.
Una herida profunda que no se quitará con facilidad es no haber bautizado al hijo de mi hermana de corazón, porque tenemos hermanos que nos pone la familia y hermanos que nos escoge el destino. Por alguna razón que realmente no me importa y desconozco, su padre decidió que sus padrinos serían sus abuelos, porque según los padrinos son quienes velarían por el niño en caso de que falten los padres (sí esa es la razón de ser padrinos pero igual los abuelos van a estar ahí siempre) además de crear lazos entre las generaciones, de hacerse compadres, hermanos vinculados por el cuidado de la atención de un pequeño. Menos mal que unos años más tarde nació Aquiles, quien sí es mi ahijado –no es hijo de mi hermana de corazón, pero sí lo es de alguien que realmente me aprecia y quien verdaderamente me necesita- aunque no hayamos hecho la ceremonia, será por él, que vele en caso de que algo le faltase, será la piñata y el niño jesús que cuide con mayor esmero y organice con suprema alegría. Es de su pequeñita boca de quien oigo hasta derretirme un: Marrina!!! cada vez que lo veo.
La más reciente de las decepciones amistosas es por mezclar la familia y la amistad, o por extender las manos sobre el fuego por alguien que no vale la pena y que es capaz de pisotear su propia palabra y compromiso. La familia de mi madre tenía un apartamento vacio durante 7 años, una sucesión de donde vivía mi abuela, luego de mucho insistirle a mi mamá le alquilo -por un precio irrisorio y muy distante de cualquier costo de mercado- a un amigo mío de la universidad, a quien conocíamos para ese momento desde hace 7 años y quien me prometió que no iba a poner ningún tipo de problemas cuando se necesitara salir. Pasados 5 años y cuando nunca se les había aumentado el alquiler se les solicitó la desocupación, por ley le correspondían 2 años para salir, lo cual respetamos a fin de que esta persona sin techo y su pareja, ambos homosexuales, que no tenían donde vivir, encontraran un buen lugar donde mudarse. Cuál es mi sorpresa que vencido el plazo de espera este amigo se niega a salir, argumentando que él por estar alquilado allí tiene prioridad para la compra, a pesar de que había firmado una renuncia a la compra un año antes, pasaron 3 meses y seguía sin intenciones de salir, sin buscar y obviamente sin encontrar, porque: -no conseguía algo que pudiera pagar. Vale destacar que en esos dos años aumentaron mucho los alquileres y que lo que él podía pagar, en la actualidad, solo alcanzaba para una habitación. Es cuando decido, por primera vez en esos 7 años de alquiler, intervenir y solicitarle a mi “amigo” que salga del apartamento, me dí la tarea de comprar el periódico a diario, meterme yo a buscarle apartamento, perder yo mi tiempo ,en esa ardua labor, porque él no tenía tiempo de hacerlo por sí mismo, así pasaron 3 meses. Cuando ya la situación se hizo insostenible por los reclamos de las otras partes involucradas en la sucesión, mi madre decide presionar por medio de un abogado para agilizar la salida. La ultima vez que lo ví fue cuando tuve que ir a una reunión con el abogado de él, el abogado de mi familia, mi madre, mi hermana y él, a ver como esta persona no me hablaba, no me miraba, hacía caso omiso a mis reclamos de su palabra dada de que eso no iba a suceder, no hablaba solo lo hacía su abogado. Además al preguntarle porque me había eliminado de todas las redes sociales que compartíamos, me respondió que necesitaba alejarse, no sé quien le dio esa idea de que se alejara de quien le brindo protección y techo durante 7 años, tal vez fue su abogado, espero que su abogado sea ahora su amigo, porque personas sin palabra, sin ética y sin valores no las necesito como amigas. Finalmente salió, más sin embargo conservo la llave por un mes a fin de que se consumiera el depósito, dejó cuentas de 3 meses por pagar de condominio y la línea telefónica cortada, tal como nuestra amistad.
Una cosa recurrente por la cual he tenido diversas discusiones con amistades, es mi irrestricta negativa a hablar de la política nacional, con quienes por cualquier causa han decidido salir del país a probar suertes, construyendo patria en tierras lejanas. Es de mi opinión que si se ha tenido el “valor” de montarse en un avión y abandonar esto “que se lo llevó quien lo trajo”, esté país sin remedio, en búsqueda de futuros mejores, poco realmente le importa la merde que comemos quienes nos hemos quedado acá levantando de las cenizas lo que se ha quemado. Quienes realmente vivimos este país día a día con sus virtudes y sus errores somos quienes tenemos derecho a hablar, opinar o juzgar lo que acá suceda, a menos efectivamente que desde la lejanía cumplan con su derecho y deber del voto.
Tal vez sí, es que soy demasiado severa, o es que espero demasiado y me desilusiono con facilidad cuando lo que espero no es cumplido. Pero es que también era, antes, antes de que estas cosas recurrentes sucedieran, demasiado prestas a dar. Tan poco me importaban ciertas cosas, que podía pasar 2 horas dejando a mis amigos en sus hogares antes de llegar al mío luego de las salidas nocturnas, para darme cuenta de que ahora cuando muchos de ellos ya cuentan con vehículos para transportarse, no son capaces de venir por mí de voluntad propia, debo rogarles y dar explicaciones de cuando no deseo usar el carro, claro esto rara vez ocurre, ya que han sido muchas las ocasiones en las que a ellos les ha dado fastidio venir por mí y me he quedado en casa sin salir, para darme cuenta al día siguiente en alguna conversación: lo bien que la pasaron anoche en la fiesta.
Pero igual tengo buenos amigos, eso creo. Hoy al escribir esto espero que lleguen varios amigos que viven lejos, espero que se queden a mi cumpleaños, espero que lo recuerden, espero ver a esos niños que no son mis ahijados, espero que quieran verme tanto como yo quiero verles a ellos, espero que nos reunamos, espero que visiten mi casa, espero que me traigan recuerdos (como yo les llevo a ellos siempre) espero, espero tantas cosas que a la vez no quiero seguir esperando nada, porque el que espera corre el riesgo de no recibir nada de lo que espera. Espero no esperar nada, de quien nada tiene a bien darme.
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